#MartesDeRelato

LO MEJOR DE IRSE ES VOLVER

Que morimos de amor por nuestros hijos, que son lo más lindo que nos regaló la vida y que haríamos cualquier cosa por ellos, está clarísimo, Pero también está claro que como mamás y seres humanos que somos, también necesitamos tiempo lejos de ellos. Lo bueno de este blog es que puedo compartir algunas sensaciones que de tanto en tanto me asaltan y que nada tienen que ver con el color rosa ni con esa maternidad edulcorada en donde todo es mágico y divino. La maternidad ES mágica y divina, pero no siempre, y hay momentos en donde el color rosa vira a uno bastante más oscuro.

Cuando detectamos que se avecina la tormenta lo mejor que podemos hacer por ellos y por nosotras (y por los maridos también) es tomarnos un tiempo de recreo. Huir, para decirlo lisa y llanamente. La palabra huir, en este caso, tiene una connotación muy positiva. Se trata de escapar para volver convertidas en nuestra mejor versión, que a veces se desmejora sensiblemente cuando compartimos tiempo con ellos 24/7, sin un recreo reparador. Es un «irse» para recuperar energías, para extrañar, para volver enteras, completas, con ganas, con la necesidad física de abrazarlos, de tirarnos en el piso y entregarnos en cuerpo y alma. Una escapada para hacer cualquier cosa que nos de placer y que nada tenga que ver con ser madres; para reencontrarnos con nosotras mismas, hacer algo que nos motive y nos haga bien. Caminar, bailar, tomar algo, comer, charlar, comprar, Solas o acompañadas. Pero que sea algo para nosotras como mujeres, no como mamás. O mejor dicho, algo para nosotras como mujeres que nos devuelva como mejores mamás. Es cerrar la puerta de casa y olvidarnos de todo, focalizar en nosotras, para después necesitar correr de vuelta con un vinculo reencantado, para volver a ver la magia en lo cotidiano, para reencontrarnos con ellos con todas las fuerzas y regalárselas, Sin cansancios, sin quejas que alejan, sin reproches ni impaciencias.

Creo que este es un lindo regalo para ellos, y para nosotras. Tomarnos un recreo para volver convertidas en las mejores abrazadoras, besadoras, reidoras, alzadoras,

contadoras de cuentos, cambiadoras de pañales, bañadoras y preparadoras de desayunos del mundo. Porque ellos nos necesitan despiertas, pizpiretas, alegres, dispuestas y felices. Porque, al fin y al cabo, lo mejor de irse es volver.

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