#MartesDeRelato

34 VUELTAS AL SOL

Nací un domingo 1 de mayo a las 8.33 de la mañana. Pobre mamá que la hice trabajar el día del trabajador y encima domingo. Pobre también su obstetra que tuvo que madrugar el día que supuestamente tenía planeado descansar. Según me cuentan, esa mañana no había un alma en la calle entonces en un abrir y cerrar de ojos llegaron al sanatorio, y nací de de un sólo pujo. Es que en día del trabajador, no quise hacerla laburar tanto.

De chica estaba indignada de cumplir años un día feriado. Mi sueño de ir al colegio y que todos me canten el feliz cumple ahí, nunca sucedió. Todos los 1eros de mayo el ritual era el mismo. Entraba mamá a nuestro cuarto en puntas de pie y despertaba a mis dos hermanas. Junto con mi hermano y mi papá, preparaban desayuno y regalos, y entraban cantando a coro el cumpleaños feliz. Mamá siempre creyó que yo nunca me dí cuenta cuando ella despertaba a las chicas. Pero en realidad la escuchaba siempre y tenía que hacerme la dormida hasta esperar a que vengan todos juntos.

Hoy el ritual es más o menos parecido. Con la diferencia que ya no vivo con ellos, y los que entran a con torta improvisada en mano son los tres hombres que hoy son mi familia. Otra diferencia es que ya no tengo que hacerme la dormida porque a las 7,30 am ???? estoy dormida, pero de verdad. La tercera diferencia es que las velitas ya no las soplo yo.

Si bien siempre festejé, nunca fui una fanática de festejar mi cumpleaños. Hay algo de ser anfitriona y protagonista que me hacía sentir un tanto incómoda. Le ponía mucha expectativa a ese día y, cuando la expectativa es mucha, por lo general, nunca llegás a estar a la altura. Me acuerdo que al final repasaba mentalmente quiénes no se habían acordado o no me habían llamado. Y en vez de pensar en todos lo que sí habían estado, no sé por qué me quedaba con los que no. Ahora que pienso, entonces, no son sólo tres las diferencias. No sé si serán los años o qué, pero ya ni registro al que no se acordó y tampoco le pongo tanta expectativa. Y me di cuenta de que de esta manera, disfruto mucho más. En vez de focalizar en la parte del vaso que quedó vacía, me concentro en la que está llena y así soy mucho más feliz. Que tantas vueltas al sol valgan para algo, como por ejemplo no necesitar de lo que está afuera para sentirme bien, porque con lo que está adentro alcanza y sobra.

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