#MartesDeRelato

EL CIELO SIN LÍMITE

 

Soy una mamá freelance. Esto quiere decir que trabajo en casa, con todo lo que implica. Tengo la suerte de sólo necesitar de mi computadora para poder cumplir con mi entrega de notas. Parece fácil; pero cómo explicar lo difícil que es. La madre con trabajo independiente que cumple su labor desde el hogar con un niño de cuatro años que, literalmente, NO PARA un segundo en todo el día; y un bebé de nueve meses con la curiosidad incipiente de aquél que aprendió a desplazarse por sus propios medios, es una tarea, como mínimo, ardua, desgastante y agotadora. Es escribir en el teclado con una mano, mientras hay otra, más chiquita, que borra todo aquello que redactaste con tanto esmero. Es  tratar de inspirarse con alguien en tu falda que quiere que le cantes «el caballito gris» una vez más mientras, de fondo, Peppa Pig salta en los charcos de lodo con su hermanito George; y se repiten las preguntas de un niño que insiste en saber cuál es el techo del cielo y que no le satisface mi respuesta: que el cielo es infinito, no tiene techo. La madre freelance parece que escribe mirando la pantalla pero en realidad no pierde pisada de aquél ser humano chiquito que deambula por el piso en busca de enchufes que tocar, cortinas donde esconderse y pequeños objetos para meterse en la boca. En el interín, de nuevo el niño de cuatro, que ya sabe dónde escondo los caramelos, allá arriba del mueble de la cocina, atrás de la yerba, en una caramelera antigua, y que, a tientas, para que no lo vea, trepa hasta dar con el objetivo. Cuando me paro para detener el secuestro sin permiso de los dulces, me tropiezo con Buzz Lightyear que descansa boca abajo, piso el juguetito musical de Blas que a veces hasta escucho sonar en medio de la noche y entro en una cocina minada de caramelos, pegote de Nesquik que quedó de un desayuno que se tomó antes del amanecer y migas, muchas migas. Cuando creo que mi paciencia entró en números rojos me encuentro con esa sonrisa tan genuina, tan inocente, tan verdadera y pícara; me acuerdo del cielo sin límite y entonces todo pasa mágicamente. El cielo no tiene techo, es infinito, igual que mi amor por ellos. 


















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