#MartesDeRelato

TENER HIJOS ES COSA DE DOS

Los veo en las plazas, hamacando a sus hijos, pateando la pelota o comprando helados; los veo en la cola del supermercado, cargando a sus niños entre paquetes de galletitas y leches maternizadas; también los veo de vacaciones, sentados en la arena haciendo castillos o guerras de agua… la versión de los padres de hoy es tan distinta de aquella otra, bastante más acartonada, en donde sus tareas sólo tenían que ver con marcar límites y ser el sostén económico del hogar. Celebro esta versión relajada y amorosa, comprometida y de entrega absoluta, en donde padres y madres, casi por igual, comparten el día a día con sus hijos. La cotidianidad en la crianza se volvió cosa de dos. Se volvió más feliz. Porque ellos también cambian pañales, preparan mamaderas y papillas, los bañan y hasta los acunan por la madrugada. Ellos también abrazan, dan besos en la frente, van al pediatra y se disfrazan. Corren, se ensucian, se tiran al piso, comparten secretos y miradas cómplices,  Relatan historias de indios y caballos antes de dormir, con una linterna prendida en un cuarto oscuro y expectante; cuentan estrellas en las noches de calor y abrigan cuando hace frío. Se agachan para estar a la par, porque saben que mirando a los ojos los chicos entienden mejor; hacen cosquillas, juegan carreras (que siempre pierden), porque no hay nada más importante que hacerlos felices. Contienen cuando hay miedo y se ríen y entristecen por igual viendo Toy Story 3 (por enésima vez), tapados hasta la nariz, un domingo a la noche mientras afuera llueve. Ellos también se preocupan cuando aparece una fiebre o se enorgullecen con sus pequeños grandes logros…


Tantas veces me encuentro dándole indicaciones o marcando errores. Porque le puso demasiado Ketchup a los fideos, porque el piyama de Cruz está al revés o se olvidó de ponerle medias a Blas. Porque salgo y los acuesta tarde, porque los hace volar por los aires o andar al galope en las tardes de campo para que conozcan la adrenalina, venzan sus miedos y siempre se animen a más.  Porque la remera que le puso no combina con el pantalón, porque el baño termina empapado cuando él se ocupa de bañarlos o cuando me manda mil mensajes con mil preguntas técnicas.


Quizá sea mejor empezar a pensar que cada uno tiene sus formas y que somos diferentes, dejarlo «ser» porque nada puede ser tan grave, empezar a disfrutar cuando papá los hace volar por los aires o alentarlos sin miedo cuando el programa es trepar los árboles. Porque tener hijos es cosa de dos y porque ellos también pueden hacerlo bien. Hasta mejor que una misma.

Post Anterior Siguiente Post

Quizás también te guste

sin comentarios aún

Dejame tu comentario