Niño de risa contagiosa, lágrima fácil y ojos pícaros. Pequeño explorador que tropieza cada tres pasos, que todo lo toca y de todo se sorprende. El que gusta de los caballos, andar embarrado y con poca ropa. Sí señor, porque así se explora mejor. El de los enojos pasajeros, que avanza sin mirar para atrás, que no reconoce el peligro y para quien una canilla abierta es la mismísima felicidad.
«Quedate así, como hasta ahora. De tobogán, plaza y vuelos de palomas», como dice la canción. Hoy le pido un tiempo al tiempo, que se vuelva vago, que ponga el freno de mano, que no le quite tan rápido estos días de infancia que no vuelven. Y si no pudiera frenar el tiempo, que me dé la sabiduría para disfrutar al máximo, para que no me pierda nada, para que el cansancio no me nuble la vista ni el humor, que pueda guardar en mi retina cada momento, y así volver cuando quiera. Calmate tiempo, ¿adónde vas tan apurado? Dale, no nos robes estos días felices. No todavía.
1 Comentario
Que manera de hacerme emocionar Mechi! Bellísimo y tan cierto. No quiero que pase más el tiempo!