Él está destinado a ser «el del medio», como yo también lo soy. Los del medio tenemos mala fama. Se dice de nosotros que somos conflictivos, sensibles y rebeldes. Que no tenemos un lugar definido, que no somos ni una cosa ni la otra. A veces nos llaman «jamón del medio». Para algunos somos un jamón, un sandwichito de jamón. Parece como si el orden de nacimiento determinara la personalidad y entonces el del medio lleva en la frente una etiqueta tatuada con la que tiene que convivir el resto de su vida. En el mejor de los casos -si tiene la dicha de nacer en una familia justa, coherente y amorosa- puede ocurrir que el orden de los factores no altere el producto.
Entonces ahí está él, el que pronto ocupará ese puesto tan señalado y bastardeado. El que en pocos meses dejará de saborear las mieles de ser el benjamín de la familia para convertirse en un sándwich de jamón. Los ojos dejarán de estar posados sobre él, pero todavía no es lo suficientemente grande como para entenderlo y aceptarlo. Porque el más grande es responsable y destila aires de líder, el más chico es el mimado y consentido, y el del medio, bueno el del medio es el del medio. El que raras veces tiene cosas nuevas, porque hereda todo de su hermano más grande: ropa, cuna, juguetes. Ya para cuando llega un tercero hay que volver a invertir, después de tantos años de uso. No queda otra. A veces confunden su nombre con el de sus otros hermanos y ahí está el del medio mirando desde abajo a una mamá con rodete y un poco desbordada confundida en un mar de nombres. Siempre es «el hermano de». Hasta la identidad le ponen en duda, pobre hermano del medio. El que ocupa un espacio apretado e indefinido, atrapado por otros dos, que lejos de ser enemigos, son sus cómplices de vida.
Esto es lo que quiero enseñarle a este jamoncito que sueña al lado mío. Porque soy de las que creen que todo, absolutamente todo, depende de cómo se mire. Entonces quiero enseñarle a mirar con una mirada amable y bondadosa lo que le toca. Quiero que sepa que no hace falta que haga nada para llamar mi atención ni para sobresalir y que él no es la sombra de nadie. Quiero decirle que vamos a desterrar esta teoría maquiavélica, ese síndrome del medio que etiqueta y rotula. También quiero decirle que siempre que quiera va a poder dormir así, al lado mío. Lo voy a estar esperando.
1 Comentario
Que tierno relato!!! Me encantó!!!!
Me sentí atrapada porque soy la del «medio». Y hoy con 40 años me enteré que mi papá me considera la REBELDE.
La que se fue a vivir sola, después de haberse recibido y tener su primer trabajo. Y que no conforme con eso continuo estudiando por conseguir otro titulo.
La que quiso ser independiente, que no fue la mayor de los hermanos, ni la mimada.
Te felicito por estar ahí para él, por desterrar ese síndrome del medio….