En esta foto tenía algunos años menos, el pelo mucho más corto y las puntas desgastadas en la peluquería. La panza es la misma, los kilos ganados también, el hijo es otro. La energía también es otra. Me habían adelantado que en un tercer embarazo la cosa era así. A tal punto de meterte en la cama a las 8 de la noche, apagar el celular -que no es poca cosa- y cerrar los ojos feliz, sin remordimientos. Que explote el mundo, no me importa nada.
En aquella época nos habíamos escapado en un avión a Nueva York, solos, y estábamos haciendo un picnic en el Central Park. El famoso baby moon, como le llaman. Quién pudiera estar así, ahorita mismo. Porque ésta es una de las cuestiones que cambia cuando vas teniendo más hijos: el tiempo que podemos compartir de a dos se vuelve escueto o casi nulo. Si no se lo busca, no existe. Y de golpe pasa un día entero y te das cuenta de que no hablaste ni te miraste a los ojos. Porque mientras uno calienta la comida, el otro los baña, mientras uno los cambia, el otro ordena, mientras uno los acuesta el otro se baña y así. No no, querida, que no hay que dejarse estar., hay que buscar el momento. Por supuesto que cada familia tiene su propia dinámica, no todas funcionan igual y todas las modalidades son válidas. Pero hoy me animo a tirarte estas 5 claves para que la maternidad jamás tenga el tupé de pisotear el romanticismo:
1. ACOSTAR A LOS CHICOS TEMPRANO. En este punto el invierno y los días cortos son grandes aliados. A las 18.30 está absolutamente oscuro. No hay motivos para estirarla más. A bañarse, a comer, cuento y a dormir. Entonces a las 20 hs no hay ruido, no hay llantos, no hay dibujitos ni charlas interrumpidas. Son sólo dos adultos que pueden tomarse una copa de vino en paz y hacer lo que se les cante la gana. Hacer lo que se te cante la gana, si tenés hijos, es el éxtasis.
2. SALIR SOLOS. Qué difícil. A veces un delivery y una serie resultan el mejor plan. Sí, me parece un planazo, y más con estas temperaturas gélidas, pero insisto en que hay que salir de casa. Cambiar de aire, aunque sea yendo a comer un chori a la costanera. O al bodegón de la esquina, lleno de personas de la tercera edad, no importa. Un automac. Lo que sea. Ir al cine ¿hace cuánto no vas al cine con él? Caminar agarrados de la mano, vestirte para él, reírse de a dos, pero reírse mucho, tentarse, ¿Hace cuánto?
3. ESCAPARSE SIN HIJOS. No digo rajarse a Nueva York, ¿pero por qué no tomarse el día o el fin se semana? Siempre hay una abuela o una tía dispuesta a cuidar de tus criaturas. Entonces sentís adrenalina, vértigo, la libertad que te pellizca la espalda y te dice dale, andá, pasala bien, olvidate. Son 12 horas, quizás 24 o 48 si te animaste a hacerla bien. No sabés por dónde empezar, te reís, de alegría, de nervios. Querés hacer mil cosas en un par de horas. Querés hablar de mil temas que nunca podés hablar. Querés dormir, querés comer. Querés mirarlo a los ojos, redescubrirlo, ponerte linda y reencontrarte. Ya no tienen 20 pero en el fondo son los mismos.
4. PEQUEÑOS DETALLES, QUE EN REALIDAD SON ENORMES.. La rutina consume, la imaginación se oxida y el tiempo es tirano. Sorprendeme con un ramo de flores, aunque sean arrancadas del jardín vecino, y después podés pedirme lo que quieras. Traeme un Block a las 11 de la noche y me harás la mujer más feliz del mundo. Masajeame los pies después de un día largo sosteniendo esta panza de 20 semanas que pesa, y me olvido de todo. Hacerme feliz puede ser simple y, sobre todo, barato, que en estos tiempos de dólar inalcanzable, inflación galopante y depresión post mundial, no es poca cosa.
5. QUE HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE. El diálogo. Sostengo que sin diálogo no hay nada. Yo necesito poder hablar, expresarme, dialogar, contar lo que me embola del otro o lo que me gusta. Preguntar, indagar, interesarme por sus cosas, darle espacio para que se abra. Es verdad que a veces prefiero un abrazo o que a las palabras se las lleva el viento. También es verdad que, otras veces, sólo necesito silencio. Pero a través de la palabra uno anuncia, confiesa, sorprende, explica, entiende, se acerca, descarga. Que no nos olvidemos de hablar. Que los gestos tienen poder, pero las palabras también.
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