#MartesDeRelato

7 AÑOS DESPUÉS

La noche de un 26 de septiembre de hace siete años me casaba con mi novio desde 2003. Ese novio que conocí de casualidad en una fiesta a la que también llegué de casualidad. Uno nunca sabe cuándo ni cómo va a conocer a la persona con la que va a querer pasar el resto de su vida, y yo esa noche, mientras me divertía con mis amigas, no sospeché que muy cerca mío estaba esa persona especial que, años después, me iba a dar dos regalos, los más lindos: Cruz y Blas.

Me acuerdo de estar sentada en un sillón de esa casa, descansando un poco los pies de tanto bailar, cuando de pronto veo una mano estrechada y una sonrisa que me invitaba a bailar, Subí la vista dispuesta a negarme, ¡es que ya no quería bailar más! Pero esa sonrisa franca, esos ojos que me miraron fijo y esa mano firme esperándome, me hicieron cambiar de opinión sobre la marcha. Me pregunto qué hubiera pasado si le decía que no, si me quedaba sentada en ese sillón y nuestras vidas hubieran seguido su rumbo sin conocernos. Una simple decisión te lleva para un lado o para el otro, la vida misma se compone de decisiones, a veces buenas y a veces no tanto; y esa noche yo decidí aceptar la invitación. Algo hubo en esa charla, algo se despertó en mí, no sé que emoción se me activó, pero cuando esa madrugada apoyé mi cabeza en la almohada, cerré los ojos y antes de quedarme dormida pensé en ese desconocido que acaba de conocer.

El tiempo pasó, con idas y vueltas, hasta que un día supe que quería seguir estando con él. Siempre. Supe que quería cuidarlo, hacerlo feliz, viajar, divertirme, crecer y aprender. Pero con él. Entonces ahí me di cuenta de que ya no había vuelta atrás.Ya estaba involucrada para siempre.

Y esa noche del 26 de septiembre de hace siete años, tomé otra decisión, la de apostar a una aventura juntos, una aventura que durara toda una vida con ese chico que conocí a los 20 años. Ese chico que hoy es un hombre que saca lo mejor de mí (y a veces lo peor, seamos sinceras), que me conoce como nadie, que me quiere como soy, con todas mis fortalezas y debilidades, que me tiene una paciencia infinita y con el que estamos embarcados en este baile de ser los papás de dos fantásticos varones que alegran cada uno de nuestros días.

El camino de cada uno está compuesto por pequeñas y grandes decisiones que nos muestran un recorrido u otro. La noche que lo conocí decidí decirle que sí a su invitación de bailar y así la vida me fue llevando adónde estoy hoy. No sé qué sería de mí si hubiera dicho que no, nunca lo sabré, pero sí sé que tomé la decisión correcta; esa noche en esa fiesta, y tiempo más tarde también, un 26 de septiembre, siete años atrás.

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