#MartesDeRelato

LUZ, CÁMARA Y ACCIÓN

El viernes pasado tuvimos un día atípico: mi casa en el campo se convirtió en set de filmación para una publicidad. Por un día, la parsimonia que tanto caracteriza a estos pagos se vio revolucionada por directores, productores, gerentes, ayudantes, camarógrafos, utileros, iluminadores y demás personas que llegaron antes de que saliera el sol y se fueron entrada la noche. Pero lo más loco no fue cómo ese día se trastocó nuestra mansa rutina, sino que el actor fue el mismísimo Kike, mi marido, ese tipo de campo que jamás imaginó que un día iba a ser protagonista de un aviso y, mucho menos, que iba a salir en la tele. Yo tampoco imaginé que lo vería tan entusiasmado con la idea, concentradísimo en su nuevo rol, dando lo mejor de sí y hasta sugiriendo ideas. Filmaron dentro de casa, en el galpón, en los boxes donde están los caballos, en la manga, en los silos y campo adentro. La gente que trabaja acá todos los días pasaba un tanto tímida, miraba de reojo con medias sonrisas, cuchicheaban entre ellos, espiaban y alguno hasta tuvo que hacer de extra. Ellos, como nosotros, también estaban entretenidos y contentos con la novedad.

Confieso que me hubiera divertido estar en el lugar de Kike, qué pena que no necesitaban una paisanita con dos trenzas que pululara por ahí, porque me hubiera ofrecido feliz. No todos lo saben, pero hay una actriz que descansa en mí, está latente, y quién sabe, quizás algún día me anime a sacar relucir. Pero el viernes el protagonista fue él y algunas otras cuestiones más que se me dispararon en la mente cuando miraba el detrás de escena, el ir y venir de la gente, las corridas y esa sensación picante de adrenalina, nervios y hasta de latidos acelerados cuando escuchaba, en cada escena,  la clásica frase; luz, cámara, ACCIÓN.

Esa noche, cuando al fin volvimos a ser nosotros, las luces se apagaron, las voces se callaron y la casa se inundó de silencio, me quedé pensando en lo positivo que había sido el día. En lo importante que es, cada tanto, romper esquemas y saltar rutinas, animarse a desafíos insospechados y a la invasión de adrenalina, mover algunas piezas, salir de la zona de confort, ponerse en movimiento, vencer miedos, dar un paso más. Pensé en lo bien que nos hace que el corazón se acelere, la panza se llene de mariposas, hacer cosas que nunca hicimos o que hace mucho no hacemos. Como él, el día que se olvidó de su vergüenza y se animó a ser actor. O como yo, hace poco, cuando solté mis propios prejuicios y me decidí a abrir este blog. Luz, cámara y ACCIÓN.

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