#MartesDeRelato

¿QUÉ TE ESTÁ FALTANDO PARA SER FELIZ?

Te hacés un test de embarazo, te da positivo. Ya tenés dos hijos varones y ya sabés cuál va a ser el comentario colectivo que le sigue a la felicitación. «Ojalá que se venga la nena». Me da ganas de vomitar y no es por mi estado «embarazoso». Me asaltan un montón de dudas existenciales que tienen que ver con una de las necesidades más básicas del ser humano: ser feliz. Pienso, entonces, que nos pasamos la vida persiguiendo una felicidad que siempre creemos que está en otro lado porque -necios y estúpidos- insistimos en mirar sólo aquello que nos falta. Pienso, también, que si no nos avivamos a tiempo, se nos pasa la vida.

A una pareja de casados sin hijos, le está faltando los hijos; a una pareja con un hijo, le está faltando el segundo y «ojalá que sea nenx así ya tenés la parejita». Puaj. Los que tienen dos hijos del mismo sexo tienen que buscar el tercero porque «capaz la tercera es la vencida». Tengo que salir corriendo porque me viene la arcada. Si tienen tres hijos la pregunta de cabecera, después de un comentario del estilo «¡qué valientes!», es «¿y ya cerraron la fábrica?». «¡¡¿Qué te importa!!?», me da ganas de gritar a los cuatro vientos. Si -en cambio- son afortunados y tienen hijos de los dos sexos, en realidad les estaría faltando un perro para cerrar la escena de esa supuesta felicidad, como vemos en las revistas o en las redes. La familia feliz con sus hijos (de los dos sexos, obvio) y su perro. Para muchos, ésta es la foto perfecta, el súmmum. Y que no te falte una casita con jardín para que tus hijos estén en contacto con la naturaleza. Y el pelo divino, y el botox bien puesto y el saco largo que está de moda y la fruta orgánica en la heladera.
Quizás esa pareja de casados sin hijos descubre que no necesita tener hijos para sentirse completos. Tal vez los que tienen un solo hijo no pueden o no quieren tener más, y entonces aprendan a ser felices con eso que tienen, que es un montón. En una de esas no quiero la parejita o tener una nena no sea mi sueño. Capaz no te gustan los perros, ni te desvela tener una casita con jardín. O tu pelo sea indomable o no te interese el botox o no te dé el bolsillo para el saco de moda o la fruta orgánica. Inteligencia emocional es valorar lo que hay y dejar de pensar que la escena perfecta de felicidad no cuadra con lo que tenemos. A ese «deber ser» le metería una patada y lo mandaría bien lejos. No sea cosa que un día nos despertemos, la vida haya pasado pasado y ya sea muy tarde. ¿Qué te está faltando para ser feliz? Tal vez nada.
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