#MartesDeRelato

¿Qué van a pensar los demás?

Tal vez Einstein no hubiera descubierto la Teoría de la Relatividad, ni Copérnico que la Tierra gira alrededor del sol y no al revés; quizá Freud no sería el padre del psicoanálisis ni Colón hubiera llegado a América. Imaginate si Aristóteles y Platón se hubieran callado; hoy no tendríamos filosofía. Si Homero se hubiera preocupado por lo que pensaban los demás tal vez no hubieran existido ni la Iliada ni la Odisea. ¿Y si Lennon no se animaba a escribir Imagine? Un desastre para la humanidad. Antes, al hereje, al que opinaba distinto, al que desentonaba, se lo quemaba en la hoguera. Pum, al fuego, listo. Sino preguntale a Juana de Arco. Me pregunto si tal vez heredamos eso de hace miles de años, un miedo que fue pasando de generación en generación, en silencio, sin hacer tanto escándalo, esquivando los siglos. Presente en el ADN de la humanidad, manejando los hilos de las decisiones, ahogando corazonadas, atrapando impulsos, tapando bocas, apagando deseos. ¿Qué van a pensar los demás?

El miedo al qué dirán, el peso de la mirada ajena, el sabernos observados y juzgados, los mandatos, el deber ser, lo que los demás esperan de nosotros, la insistencia en querer agradar, ser aceptados; a veces nos llevan a vivir una vida que no es la que elegiríamos. A decir cosas que no queremos decir o a callarnos cuando queremos hablar. ¿Cuántas cosas dejamos de hacer por lo que vayan a pensar los demás? ¿Cuántas otras hacemos solo para complacer a otro? Ese otro siempre va a hablar. Te va a decir que ya deberías tener un título, que cómo puede ser que no entregaste la tesis, que ya es hora de que sientes cabeza, que por qué no te casás, qué cómo se te ocurre separarte, que para cuándo los hijos. Va a hablar de los nombres que elijas, para cuándo el segundo, ¿y la nena?, y la casa propia y tus kilos y tu pelo y tu pinta y tu freezer y tu desorden. Van a opinar sobre tus gastos, tus planes, tus viajes, la educación de tus hijos, si miran televisión antes de dormir o si leen El Principito, si comen caramelos, si le das de mamar o leche de fórmula, si usa chupete, si dejó los pañales, si ya camina, si sabe contar, multiplicar, nadar. Si trabajás en lo que te gusta, que no se te ocurra emprender, que ya es tarde para hacer teatro, que no fumes, no está de moda fumar. Que esa ropa no es para tu edad, que deberías buscarte un trabajo en relación de dependencia, qué por qué escribís un blog, qué quién va a querer comprar tu libro. 
Si me hubiera quedado nadando en el barro del qué dirán muchas de las cosas que me están pasando no las podría estar viviendo. ¿Estás postergando algo por el pánico a lo que piensen o digan de vos?  Te invito a librarte y a cambiar la pregunta de qué van a pensar los demás por qué te hace feliz a vos. Liberarse, qué lindo suena. 

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