Hoy cumple 5 el que se quedó trabado y nunca pudo pasar por el canal de parto, naciendo finalmente por cesárea, a las 21.38 de un jueves de luna llena. El que a los 3 meses decidió que quería seguir tomando la leche de su mamá pero en mamadera y el que a los 6 meses se arrepintió y volvió a preferirme a mí, en un coqueto hotel de Carmelo. El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. (Historia que vale la pena relatar, pero eso quedará para otro post). El precipitado que a los 9 meses se bajó solo de su cuna y gateó en penumbras hasta el baño. El que a los diez meses y medio se dio cuenta de que había un mundo esperándolo allá afuera y entonces empezó a caminar. Perseverante, decidido y valiente desde pequeño. El que al año y medio dejó el chupete por propia voluntad y de un día para el otro. El que hasta el año y ocho meses se levantó, religiosamente, a las 6 de la mañana para tomar una mamadera. El que a los dos decretó que los tractores en realidad se llamaban «tuntás» y el que, a la misma edad, caminó París durante todo un día porque no había forma de que se sentara en su cochecito. El que con dos años y medio se sabía de memoria la canción de «Hola don Pepito, hola don José», el que antes de los 3 se tiraba del trampolín y el que aprendió a nadar antes de dejar los pañales. El que a los tres años y medio se convirtió en hermano mayor y me hizo la vida imposible. El que a los cuatro le tocó usar anteojos y el que dice que «sala de 5 es mucho trabajo, me gusta más andar a caballo o trepar árboles».
Sensible hasta la médula, tan observador que a veces me intimida, terco, madrugador, tímido hasta que entra en confianza. Curioso, inquieto, creativo y cabrón. El de las mil preguntas y el de la memoria de elefante. Habilidoso, de buen comer y de enorme corazón. Me acuerdo cada detalle de ese segundo mágico en que vi las dos rayas en el test, ese aparatito me anunciaba que llegarías 9 meses más tarde. Cuánto miedo tenía, cuántas preguntas, cuánta incertidumbre. Lo que no me anunciaba ese aparatito es lo especial, lo bueno y lo lindo que ibas a ser. Eso lo descubrimos ese 29 de marzo, ese jueves de luna llena en el que el mundo se convirtió en uno mucho mejor. Porque llegaste vos. Hoy cumplís cinco y nosotros también cumplimos 5, de quererte hasta donde las palabras no llegan. Hoy completás una mano y espero que completes muchísimas más. Hoy tenés la torta que pediste, con chocolate, rocklets y Paw Patrol. Hoy te enseño a pedir tres deseos antes de soplar. Yo tengo solo uno, y es que siempre se te vuelvan realidad.
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