#MartesDeRelato

CUANDO TODO COBRA SENTIDO

El cuerpo me cambia semana a semana. A veces me miro con ternura, otras con espanto. Hay días que digo WOW, estoy fabricando vida, estoy construyendo un ser humano, entonces me miro con más respeto. Cuando me quejo, al final siempre termino diciéndome lo mismo: «¿de qué te quejás, nena?». Es que me doy cuenta de que en vez de quejarse, es mucho mejor agradecer. Hay alguien que desde que la panza salió, de un día para el otro, me acompaña en el sentimiento…

Supongo que desde su perspectiva el cambio se nota más. Él ve desde abajo una panza que se pone más grande con los días y una mamá que tiene menos agilidad. No sé cuánto entiende, aunque cuando lo veo jugar así pienso que entiende todo. Ahora habla como bebé y no se despega de mí, pero decidió, por motus propio, dejar el chupete. Yo lo apluado y me lo chapo. Que él solo lo haya decidido, en medio de este baile, me hace sentir orgullosa. Confirmo cada día que los procesos, en los chicos, se dan naturalmente. No hay que sacar nada, hay que ayudar, dar un empujón y después esperar. Ellos siempre nos sorprenden.

Por estos días pienso qué distinto es estar embarazada del primero que del tercero. No sé si es la juventud, la libertad, la ilusión o la expectativa. Creo que un poco de cada cosa. Pero se vive diferente. Escuché por ahí que con cada embarazo los síntomas se sienten más. Con el primero no sentí nada y dije «ah, esto es una papa, ¿por qué las otras embarazadas caminan como pato, con cara de drama, agarrándose la cintura?». Con el segundo embarazo entendí un poco más cuando por dos meses me costó cada paso que dí. Y ahora, bueno, ahora no hay tanto tiempo para pensar. Sólo voy a decir que eso de que los años no vienen solos, es muy cierto. Y además de lidiar con tus propios estados hormonales, además de que te cueste vestirte porque nada te queda bien, hay que abrazar las emociones de los demás y acompañarlos. Hay que hacer upa aunque no haya energía, hay que agacharse aunque después cueste un poco más pararse y hay que seguir el ritmo de dos varones aunque tu ritmo ideal sea completamente opuesto.

Pero también pienso que el embarazo de un tercero tiene muchos encantos ocultos. Con el primero no se sentirán los malestares, pero tampoco ves escenas como ésta, en donde tu hijo se pone un muñeco abajo de su remera para tener panza como vos. Tampoco ves a tu hijo más grande hablarle a la panza y contarle cada cosa que hace: «ahora nos vamos a lavar los dientes y nos vamos a dormir, porque acá afuera es de noche ¿sabés?». Entonces, recién ahí, todo cobra sentido.

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