#MartesDeRelato

NO ME QUIERO OLVIDAR

Hay algunas cosas que no me quiero olvidar. No me quiero olvidar de leerles un cuento antes de dormir ni del beso de buenas noches, aún si tengo que dárselos cuando ellos ya están dormidos. Tengo la teoría de que lo sienten igual. No me quiero olvidar de decirles lo mucho que los quiero, todos los días, y tampoco de retarlos cuando haga falta. No me quiero olvidar de jugar con ellos, aunque sea un rato cada día, y de dejarlos ser niños, libres y felices, aunque eso suponga que el baño me quede inundado. No me quiero olvidar de ponerles límites, firmes y amorosos, y también de dejar pasar algunas cosas. No me quiero olvidar de dejarlos equivocarse, porque allanarles el camino siempre, sólo crea chicos dependientes e inseguros. No me quiero olvidar de decirles la verdad y de no prometer nada que no pueda cumplir. No me quiero olvidar de dejarlos ensuciarse y de no cortarles las alas. No me quiero olvidar de que no hace falta darles todo lo que piden, y no me quiero olvidar de mirarlos a los ojos cuando me cuentan algo. De contar hasta 1736 cuando estoy a punto de perder la paciencia y de no castigarme tanto cuando la pierdo. Las madres perdemos la paciencia. A veces gritamos. Está bien. No me quiero olvidar de enseñarles a defenderse. De dejarlos elegir – a veces- y de empatizar con sus emociones. De mostrarles mis luces, pero no esconderles mis sombras. De ESTAR presente, no sólo con mi cuerpo, también con mi mente, con mi alma y con mi corazón.

No me quiero olvidar de trabajar la culpa y de no escuchar tanto las opiniones ajenas. No es fácil ser madre hoy. Creo que lo más difícil es esquivar la catarata de presiones. Cómo hay que parir, cómo tiene que ser la primera hora con un hijo, cuánto tiene que durar la lactancia. ¿Y si no hay parto natural? ¿Y si no hay «hora sagrada»? ¿Y si no prospera la lactancia? ¿Entonces ya estoy condenada a transitar una maternidad culposa? Presiones sobre cómo tiene que comer, cómo debo cocinar y con qué ingredientes, qué educación debe recibir y cómo tengo que enseñarle a dormir. Presiones sobre el uso del celular. Sí, hay días que lo uso un montón, trabajo con eso. No quiero sentir culpa cada vez que lo agarro. Tampoco quiero sentir culpa si les prendo los dibujitos para contestar un mail. No quiero sentir culpa si lo dejo llorar, si no hago colecho o si no porteo. Si mi lactancia es mixta o si en vez de parir pujando, parí por cesárea. No me quiero olvidar de que el amor es el mismo, siempre. Y que cada una hace lo que puede, siempre. Con esto deberíamos darnos por hechas. La culpa es como una sombra que persigue, como una fuerza que aplasta, que anula, que opaca. No pasa nada si una noche sale delivery o si el chico toma mamadera. Tampoco pasa nada si los cupcakes del cumple son comprados y no artesanales. Liberémonos de esa culpa sin sentido que nos hace bullying y que sólo trae desdicha. Nuestra y de ellos.

No me quiero olvidar de que ellos me miran y aprenden. De que soy su ejemplo, su espejo, de que mis palabras quedan retumbando en sus oídos, que mi mirada queda grabada en su autoestima; y mis gestos, en sus recuerdos. No me quiero olvidar de darles una infancia feliz. Es la única que tienen y es ahora.

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1 Comentario

  • Comentar Luz 16 octubre, 2019 at 08:41

    Brillante! Me hiciste emocionar!

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