Palabras textuales que salieron de su boca mientras yo le daba de comer a su hermano. Creo que se me cayó la cuchara y un poco me tenté, no sé si por su declaración o por la cara con la que lo dijo, mientras sostenía en una mano su avioncito de papel. Y entonces me acordé de la vez que yo le dije a mi papá la misma frase a su misma edad. Hace 29 años atrás, él también se sorprendió, se sonrió y me abrazó. Hoy me toca a mí estar del otro lado. Es que hay un tiempo en el que ellos nos miran desde abajo y nos ven enormes. Todo lo sabemos y todo lo podemos, no sufrimos ni lloramos, no dudamos ni tenemos miedo. Por estos días para él yo soy la auténtica Mujer Maravilla. Fuerte, valiente y poderosa. La que enfrenta los monstruos a la noche, la que espanta la fiebre con un beso, la que cura con cosquillas y la que hace magia sacando chocolates de sus orejas. Para él, cerca mío nada malo puede pasarle.
A medida que crezca va a empezar a verme más real y más humana. Se va a dar cuenta de que no lo sé todo, y de que a veces también sufro y lloro. Aunque él no me vea. Su mirada hacia mí va a dejar de ser tan bondadosa e idealista. Llegará el día en que no me necesite para enfrentar sus miedos ni me pida que prenda la luz del pasillo para dormir más tranquilo. Un día me va a reclamar y me va a enumerar mis errores, me va a enfrentar y va entender que también puedo ser débil. Va a cuestionar mis respuestas, las que antes eran palabra santa, y no va a necesitar de mis brazos para calmar su dolor. Mi cama va a dejar de ser el lugar más seguro y ya no seré su persona preferida. Entonces ya no va a querer casarse conmigo (como tiene que ser) y tampoco seré imprescindible. Cuando llegue ese otro tiempo, no va a seguir jugando con avioncitos de papel y ya no querrá escuchar mis cuentos de buenas noches. Ese día dejaré de ser su enfermera y confesora. Ese día tendré que aprender a soltar.
Algún día, la verdad va a salir a la luz y va a descubrir que no soy perfecta, que tengo defectos y que a veces me equivoco. Mientras tanto, me dedico a disfrutar esa concepción utópica que tiene de mí, en donde mis abrazos todo lo curan y mis respuestas son verdades absolutas. Cuando el hechizo se rompa, me va a encontrar imperfecta pero también verdadera, Todavía tengo tiempo…
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